viernes, 25 de septiembre de 2015

LOS ZAPATOS ROJOS






Érase una vez una niña muy linda y delicada, pero tan pobre, que en verano andaba siempre descalza y en invierno tenía que llevar unos grandes zuecos, por lo que los piecesitos se le ponían tan encarnados, que daba lástima.

La chiquilla era huérfana y un día una anciana señora la vio, sintió pena por ella y decidió recogerla.

Le enseñó a leer, a coser y le compró ropa y zapatos nuevos.

Pero la mayor ilusión de la niña era tener unos zapatos rojos. 

La señora se negaba a comprárselos pues le parecían feos y de mal gusto.

Al fin una mañana consiguió sus zapatos rojos haciendo creer a la anciana, que no veía ya demasiado bien, que eran de otro color.

Con ellos puestos y más feliz que nunca acompañó a la dama a la iglesia.

En la puerta se había situado un soldado viejo, con una muleta y una larguísima barba más roja que blanca, quien al ver a la niña exclamó:
--¡Caramba qué preciosos zapatos de baile!! Ajústalos bien cuando bailes --y con la mano dio un golpe en la suela.

La niña no pudo resistir la tentación de marca unos pasos de danza, y he aquí que no bien hubo empezado, sus piernas siguieron bailando por sí solas, como si los zapatos hubieran adquirido algún poder sobre ellas.

Y bailando dio la vuelta a la esquina de la iglesia mientras el soldado se reía a carcajadas de ella.

Intentó quitarse los zapatos para tirarlos, pero estaban ajustadísimos a sus pies, y , aún cuando consiguió arrancarse las medias, los zapatos no salieron.

Y venga a bailar y bailar, sin poder detenerse, los zapatos la sacaron por la puerta de la ciudad y la guiaron hasta un oscuro bosque.

Se encontraba sola y asustada, y, además, el frío le helaba los huesos.

No paraba de pensar en la pobre y anciana señora que estaría buscándola por todas partes.

--¡Oh, qué mal hice en engañarla! - pensaba -.

Nunca debí comprarme estos zapatos rojos.

¡Daría cualquier cosa por poder estar con ella en casa, junto al fuego y sin estos odiosos zapatos!

En el acto los zapatos pararon de bailar. La niña no salía de su asombro: ¡ya no tenía que bailar incansablemente! Intentó quitárselos y los zapatos salieron suavemente de sus pies.

La chiquilla, feliz, los arrojó lejos de sí y volvió descalza a su casa. Nunca más quiso tener unos zapatos rojos.


Hans Christian Andersen.




LA GRAN MAYORÍA DE LOS CUENTOS CLÁSICOS FUERON REDACTADOS PARA EL PÚBLICO ADULTO Y TODOS ELLOS TIENEN UNA MORALEJA, IGUAL ESTE CUENTO TIENE SU PROPIA MORALEJA PERO COMO EN TODOS LOS TEXTOS QUE SUBO, SIEMPRE DEJO LA MÍA EN PARTICULAR...EN ESTE CUENTO ME HACE PENSAR QUE NO ES BUENO MENTIR PORQUE TODA CAUSA TIENE SU EFECTO, Y COMO VIMOS LA NIÑA, ENGAÑO A SU BENEFACTORA CUANDO ELLA LA RECIBIÓ, LE BRINDO EL CALOR DE UN HOGAR Y LE ENSEÑO LO QUE SABÍA, PARA QUE LA NIÑA SE AFERRARA A UNOS ZAPATOS ROJOS QUE PENSABA QUE CON ELLOS SE VERÍA MEJOR, NO ES NADA BUENO TENER VANIDAD, NI TANTA COQUETERÍA, PUES ELLAS PUEDEN ESCLAVIZAR AL HOMBRE O A LA MUJER, QUE SOLO SE PREOCUPAN POR SU ASPECTO FÍSICO....PERO TAMBIÉN PIENSO QUE EL DÍA DE HOY, HAY MUCHÍSIMA VARIEDAD DE ZAPATOS COMO DE COLORES Y EL DÍA DE HOY PODER CALZAR UNOS ZAPATOS ROJOS, NO ES QUE SEA POR VANIDAD O COQUETERÍA SINO QUE TENEMOS LA VALENTÍA DE USARLOS Y SENTIRNOS LIBRES DE CRITICAS.














BUEN DÍA, MIL GRACIAS POR SUS LINDAS VISITAS, QUE DISFRUTEN AL MÁXIMO EL FIN DE SEMANA Y A RECARGAR PILAS, LES DEJO MI SALUDO Y MI CARIÑO, SU SIEMPRE AMIGA MEXICANA______________KIMERA.

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