lunes, 6 de julio de 2015

Había una vez...


Había una vez un campesino chino que aunque era muy pobre, tenía una gran sabiduría.

 Un día, mientras trabajaba la tierra con su hijo, éste le comentó:
-¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.

-¿Por qué le llamas desgracia? respondió el padre, ya veremos lo que nos trae el futuro.

A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.

-¡Padre, qué suerte! exclamó esta vez el muchacho, nuestro caballo ha traído otro caballo.

-¿Por qué le llamas suerte? preguntó el padre, ya veremos lo que nos trae el futuro.

El muchacho quiso montar el nuevo caballo, pero éste, que no estaba acostumbrado a que lo montaran, lo arrojó al suelo y el muchacho se rompió una pierna.

-¡Padre, qué desgracia! exclamó el muchacho, me he roto la pierna. 

El padre, fiel a su sabiduría exclamó: ¿Por qué le llamas desgracia? ya veremos lo que nos trae el futuro.

El muchacho no se quedó muy convencido y seguía quejándose en su cama. Pero pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey buscando jóvenes para llevárselos a la guerra.

 Llegaron hasta la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron su camino.













AMM ESPERO QUE ÉSTE JOVEN HAYA COMPRENDIDO QUE NI LA DESGRACIAS NI LA SUERTE EXISTEN, LO QUE A UN PRINCIPIO NOS PARECE BUENO O MALO, PUEDE SER LO CONTRARIO AL FINAL DE NUESTRA HISTORIA, ES MEJOR ESPERAR PORQUE TODO EN NUESTRA VIDA SUCEDE CON UN PROPÓSITO Y TERMINA SIEMPRE CON UNA ENSEÑANZA.

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