jueves, 26 de septiembre de 2024

La rana y el agua hirviendo








Se trata esta de una conocidísima fábula para mostrar nuestra dificultad de adaptación a los cambios incrementales; aquellos que no son súbitos. Incluso se dice muchas veces que está basada en probados experimentos. Hay dos autores, realmente solventes (a ambos los considero maestros), que la publican en dos de sus libros: Primero fue Peter Senge en La quinta disciplina y, algunos años más tarde, Manfred Kets de Vries la incluyó en Life and Death in the Executive Fast Lane.

Si echamos una rana en una olla con agua hirviendo (a veces dicen agua muy caliente), esta salta inmediatamente hacia fuera y consigue escapar. En cambio si ponemos una olla con agua fría (a veces dicen temperatura ambiente) y echamos una rana esta se queda tan tranquila. Y si a continuación empezamos a calentar el agua poco a poco, la rana no reacciona sino que se va acomodando a la temperatura hasta que pierde el sentido y, finalmente, morir achicharrada.

La fábula está bien para transmitir un par de enseñanzas. Primero, nuestra capacidad para observar una situación problemática gana mucho si somos capaces de tomar distancia y observarla “desde fuera”. Y segundo, existen proceso lentos y graduales que amenazan nuestra supervivencia (satisfacción, felicidad…) y que no somos capaces de identificar a tiempo.

Ahora bien, la fábula no deja de ser eso, pura ficción, que no deja en muy buen lugar a las ranas, y que se le debió ocurrir a algún consultor experto en cambio, a quien seguramente le sirvió para sensibilizar a algunos de sus clientes y que se ha propagado a la velocidad de la luz.

¿Por qué ha sido así? Pues porque en el fondo la fábula es una fantástica metáfora, sencilla y gráfica, de algo que realmente nos ocurre a los seres humano, tanto como individuos como en equipos y organizaciones: tendemos a acomodarnos en lo conocido, en la zona cómoda o de confort, y llegamos a negar incluso que permanecer ahí limita nuestras posibilidades, nuestra felicidad o realización o incluso nuestra supervivencia. Y digo más, ello se produce tanto ante cambios incrementales del entorno o nuestras condiciones, como también en el caso de cambios súbitos. Los ejemplos pueden ser infinitos:

Permanecemos en un empleo a pesar de que nos limiten nuestras responsabilidades, posibilidades de aprendizaje, de promoción o de satisfacción. Personas que nunca aceptarían un empleo con esas características, se aferran a él a pesar de que, poco a poco, de modo progresivo, van entrando en una situación como la descrita. 


¿Por qué nos ocurre esto, realmente? Pues porque la mayoría de los humanos funcionan bajo el paradigma “Problema-Reactivo”. Y lo utilizamos para protegernos del peligro y de las amenazas. Se trata de un paradigma que tiende a alejarnos de lo que no deseamos (problemas, obstáculos, amenazas…). Les dejo un abrazo enormeee con mucho cariño en la distancia, que disfruten de un día maravilloso, rodeados de buena vibra y muNcho amor, con todo el cariño su amiga mexicana________Kimera

































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